jueves, 20 de agosto de 2015

EL MISTER ANDINO



Buen día amigos cibernautas, en esta oportunidad permitannos compartir esta obra literaria  que se titula "El Mister Andino" lectura que te llevara a entender un poco más sobre la cultura carabaina.

 En las alturas de Carabaya, junto a una colina, vivía una pareja afortunada. Esta familia tenía mucho dinero, ya que poseía bastante ganado vacuno, ovino y auquénidos; además de tener animales de carga y de corral. Sus ingresos eran solo de la venta de sus animales, y esto les alcanzaba para sus gastos y aun les sobraba.

Esta familia tenía dos hijos; Un varón de nombre Aquilino y una chica de nombre María. Estos dos niños eran muy engreídos e iban creciendo junto a sus padres en el campo que ellos tanto amaban.

Esta familia solía venir a la población una vez al año, específicamente en diciembre, mes en el que se celebraba la fiesta patronal.

Cuando Aquilino y María se hicieron jóvenes, sus padres decidieron comprar una casa en la población. Aquilino, al ver que tenía una casa en donde dormir empezó a venir más seguido a la población; le gustaba pasear por la plaza, donde se ponía a observar a los caballeros que paseaban bien vestidos, con terno. El soñaba también en ponerse terno, viajar en vehículo a las grandes ciudades, e inclusive escucho hablar del avión y quería alguna vez subirse a un avión.

Como Aquilino era un joven consentido, un día trajo de su estancia varios rollos de bayeta de primera calidad, de lana de alpaca, los llevo a un sastre y se hizo confeccionar varios ternos, de  acuerdo a su medida y empezó a vestir elegantemente, con terno y zapatos. Poco a poco se fue acostumbrando a vivir en la población y raras veces visitaba el campo; al contrario, sus padres lo visitaban y le traían dinero.

Un día Aquilino se aventuró a conocer otras ciudades y así llego a conocer Juliaca. En Juliaca se compró una maleta y regreso de vuelta a su tierra. Así comenzaron las andanzas de Aquilino, porque su siguiente obsesión fue conocer Lima. Él quería llegar a Lima, por lo que compro su pasaje y llego al aeropuerto con mucha dificultad puesto que no hablaba bien el castellano; subió al avión y empezó a saludar a cada uno de los pasajeros, estos lo miraban sorprendidos mientras que Aquilino buscaba su asiento, porque no sabía distinguir los números.

Un señor compadecido le dijo;

CABALLERO: -¿Hijo, a dónde vas?.
AQUILINO: -Voy a Lima y busco el número de mi asiento.
CABALLERO: -A ver…. Este es el asiento que buscas, hijo.
AQUILINO: -¿Por qué me dice hijo?  Yo soy “míster” como tú.
CABALLERO: -Míster  ¿De dónde vienes?
AQUILINO: -Vengo de la tierra alpaquera, de Carabaya. Mira tengo dinero y mucho.

Diciendo esto, mostro un fajo de billetes, pero el caballero no dijo nada. Todos los pasajeros leían periódicos y otras revistas y Aquilino también compro un periódico, se sentó y trato de aparentar que leia, pero en realidad no comprendía nada, porque era iletrado. También compraba todo tipo de golosinas que le ofrecían, algunas comía, pero otras las dejaba caer al piso. Aquilino seguía haciendo el ademan de leer, aunque el periódico estaba de cabeza. Viendo esto, el vecino del otro asiento le dijo:

PASAJERO: -¿Sabes leer?
AQUILINO: -Sí. Conozco todo. Se leer y escribir.
PASAJERO: -Pero muchacho ¿No te das cuenta de lo que haces?
AQUILINO: - Estoy leyendo, y no soy tu muchacho, también tengo terno y soy “míster” como tú.
PASAJERO: -Estas leyendo el periódico de cabeza.
AQULINO: -Por último, el que sabe leer, lee de cualquier forma.
El pasajero no dijo ya más nada ante esa respuesta y la gente soltó una risa porque la reacción de Aquilino era graciosa.

Llegando a Lima se fue a dormir al hotel más caro y comía en buenos u lijosos restaurantes y donde quiera que iba, llamaba la atención de todos pos su modo de vestir, y siempre que comía algo, decía: “No hay nada como min papa, mi chuño y mi carne”.

Ya para regresar se fue a pasear por la plaza de armas, y mientras paseaba, la gente lo miraba detenidamente; pero el joven andino no se sentía inferior a nadie. Se tomó muchas fotografías, visito muchos lugares y finalmente decido volver a su tierra natal.

Al llegar a su pueblo, aconsejaba a los demás jóvenes que nunca se sintieran inferior a nadie, y que se valoraran a sí mismos y que valoraran lo que tenían y para eso, tenían que estudiar, para ser un “MISTER” de verdad.
REFLEXIÓN
Amar y valorar lo que tenemos se llama
Identidad, y no tener miedo ni vergüenza
De lo que somos, se llama autoestima,
Son valores que nunca debemos perder,
ni olvidar o cambiar.

1 comentario:

  1. Esta obra me da una gran reflexion de que nosotros nunca debemos avergonsarnos de donde venimos a lo contrario debemos estar orgullosos de ser de ser puneños

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